Reseña del álbum
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Muchas de las pistas en Cuentos cortos comienza en un tono de ternura arrepentida acorde con el título de la primera canción, «Bittersweet». Pero hay un toque picante en la interpretación de ambos miembros de este dúo, el pianista Michael Jefry Stevens y el multitalentoso reedman (saxo alto y soprano, además de clarinete alto) Mark Whitecage, que hace que esta sea más que una balada de jazz promedio. La interpretación de Stevens está investida de la riqueza armónica de la música clásica, combinada con el inexorable avance del jazz y una elasticidad rítmica que permite un máximo poder de improvisación. Whitecage parece versado en la interpretación con lengüetas tanto antes como después de Ayler, y es capaz de hacer uso de una gran cantidad de efectos para aumentar o disminuir la tensión. A medida que se crean, cambian y transmutan los estados de ánimo, Stevens y Whitecage llevan al oyente atento a un viaje siempre fascinante.
Lo más notable de todo es que Stevens y Whitecage juegan absolutamente juntos en todo momento. Esta serie de composiciones de Stevens no es nada sencilla, pero Whitecage está a la altura. Dondequiera que vaya, Stevens está allí; donde quiera que vaya Stevens, él está allí. En música aventurera como esta, eso no es poca cosa: el «hueco del ascensor vacío» de Monk puede parecer francamente acogedor en comparación con la traición rítmica y melódica de estas pistas. Pero estos dos han estado tocando juntos durante mucho tiempo, y una grabación como esta es el amplio fruto de su trabajo.
Todas las pistas tocan una serie de estados de ánimo y enfoques, pero «Short Story #1» se calienta de manera sobresaliente, mientras que pistas como «Bittersweet» y «Short Story #2» son simplemente hermosas a veces sin caer ni por un momento en formas cansadas. La pista de cierre, «The Miracle», resume los milagrosos trabajos de interacción: Whitecage establece una figura simple y romántica con Stevens compitiendo en un modo melancólico. Cuando el pianista toca solos, teje miniaturas desgarradoras que, una vez más, suenan simples pero al mismo tiempo están investidas de una riqueza de emociones que nunca suena formulista o empalagosa. Un final apropiadamente silenciado para una modesta grabación de dos maestros músicos muy pasados por alto. Muy recomendable.
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