Manteca es solo una de las bandas más malas que existen, y ciertamente un talento que merece un reconocimiento más amplio. Su instrumentación es muy parecida a la de la banda cubana Irakere (dos trompetas, dos saxofones, teclados, bajo, batería, dos percusionistas, pero sin guitarra), pero el latín es solo uno de los géneros que los mantecianos fusionan en su propio sonido único.
Este CD es un conjunto de grabaciones en vivo realizadas en varios momentos y en varios países entre 1990 y 1992. Aquí solo se presentan dos temas por primera vez, pero los demás difieren lo suficiente de sus versiones originales de estudio como para que su representación en este formato en vivo sea muy bienvenido Los magistrales solistas chisporrotean, la batería y la percusión funcionan como uno solo, y las composiciones son creativas y únicas, pero aun así muy fáciles de escuchar. El único defecto de este álbum es que los solos del saxofonista Phil Dwyer se aventuran demasiado fuera de los cambios de acordes y, a menudo, se reducen a solo graznidos y graznidos como un medio para generar emoción. Pero eso es solo una objeción; este es un álbum excelente y emocionante de una banda ricamente talentosa.